domingo, 12 de mayo de 2013

María Coira, artista de culto



Marïa Coira en su taller de Ibiza


Hemos visitado en la red la página web de la artista María Coira donde se pueden ver piezas de parte de su trayectoria. Ello nos ha dado oportunidad de volver sobre la obra de esta artista que se prodiga poco y dejarnos arrastar por el misterio y la potencia de sus obras, de reflexionar sobre su trabajo sin concesiones y de una intensidad infrecuente, que se se plasma en una obra bellísima, sugerente y profunda que mueve, remueve, conmueve.

Emociona la insólita belleza de la materia rasgada, horadada, rota, quemada, fundida... conducida hasta el límite sutil a partir del cúal se transforma o desaparece. Un  secreto hechizo devuelve nuestra mirada a la inocencia y nos sitúa nuevamente en aquel mundo primordial en el que las cosas aún no tenían nombre.

En esa hoja blanca que surge hacia la luz  y que prodiga su propia luz, sentimos contenida toda la vida inabarcable; nos adentrarmos en un inquietante paisaje rojo que es acaso el paisaje de un sueño; anhelamos fundirnos, en lúcida contemplación, en aquel cosmos de infinita blancura donde el tiempo se abre en espirales; nosfascinamos ante al eterno ciclo de la vida y la muerte frente a los despojos de una golondrina.

La muerte de la golondrina   1988


Pero tras la belleza de la obra sensible y poética de María Coira se encierra algo más, mucho más: Se encierra un misterio profundo y compartido, universal. Sólo a la artista, oficiante de alguna religión de divinidades sin nombre, le ha sido dado el manifestarlo, obrando la materia para transmutarla en expresión de lo inmaterial.

La mirada de la artista llega muy adentro, descorre los velos engañosos de las apariencias o nos los muestra evidentes; después nos hace la ofrenda de su mirada y restaura la nuestra devolviéndola al centro del misterio donde adivinamos también se encuentra el centro del saber. Ella sabe.

Incluso cuando, como en la series de “La doncella muerta” o en la instalación inspirada en el feminicidio que hace un par de años se expuso en la Torre de la Algalia en Santiago, el trabajo de María Coira parte de realidades históricas tan concretas como las violaciones, los maltratos o los horrores de la guerra, no se conforma con ofrecernos una pintura testimonial o moral. Nos sumerge en espacios donde sentimos la desolación y el desgarro de las almas sufrientes. Nos sitúa, como siempre, en lo más profundo.

Pero no intentemos degradar a palabras aquello que sentimos en lo hondo. Sucumbamos sin más  a la fascinación de estas obras. Abandonémonos en las sensaciones y los sentimientos que nos trasmiten. Ante esto las palabras estorban, no sirven. Quizá porque la única forma de decir lo que cada una de estas piezas nos dice no es más que ésta: la que la artista ha encontrado para todos nosotros.

La clarividencia constante, la autenticidad y la fuerza del trabajo de esta artista no sería posible de no haber seguido tenazmente su propio camino tanto en el arte como en la vida.

Agustín Cerezales escribió  en 1991 un retrato de María Coira del que extraemos estas palabras que expresan su  actitud vital, inseparable de su actitud artística:

María Coira es obstinada casi fanáticamente humana. Acaso porque la soledad sólo se desnuda bajo una mirada. Y para que esa mirada no se detenga, no se confunda, María Coira no come cadáveres, no bebe licores.  Se alimenta exclusivamente de poesía.  Todo lo demás, intenciones, símbolos, conjunciones, adhesiones, rechazos, elecciones, deseos, propuestas, trampas, tratos, luchas, conjuros, revelaciones, es ruido ajeno al mantel blanco de su mesa. Su mesa, donde sólo cabe la realidad, una superficie y una profundidad orquestadas por un mismo vértigo; donde peso e ingravidez dibujan en una fusión calcárea la grande, inabarcable espiral invisible de la nada que yergue, apuntala, sostiene finalmente y vivifica el tierno, enigmático fulgor del “algo”, de la anécdota, de la “cosa en sí” : de todas y cada una de las santas, traidoras, íntimas metonimias que nos arrojan, náufragos, al centro del ruedo.

Luís Vicente


Enlace a la web de María Coira:http://mariancoira.wix.com/maria-coira

Atlantis   2009


Islas    2010

Albor   2011

Cenizas y cruces   2013


Los autores de este blog agradecen a María Coira la deferencia que ha tenido permitiendo publicar estas fotografías de su obra.