Marïa Coira en su taller de Ibiza |
Hemos visitado en la red
la página web de la artista María Coira donde se pueden ver piezas de parte de
su trayectoria. Ello nos ha dado oportunidad de volver sobre la obra de esta
artista que se prodiga poco y dejarnos arrastar por el misterio y la potencia
de sus obras, de reflexionar sobre su trabajo sin concesiones y de una
intensidad infrecuente, que se se plasma en una obra bellísima, sugerente y
profunda que mueve, remueve, conmueve.
Emociona la insólita
belleza de la materia rasgada, horadada, rota, quemada, fundida... conducida hasta
el límite sutil a partir del cúal se transforma o desaparece. Un secreto hechizo devuelve nuestra mirada a la
inocencia y nos sitúa nuevamente en aquel mundo primordial en el que las
cosas aún no tenían nombre.
En esa hoja blanca que
surge hacia la luz y que prodiga su
propia luz, sentimos contenida toda la vida inabarcable; nos adentrarmos en un
inquietante paisaje rojo que es acaso el paisaje de un sueño; anhelamos
fundirnos, en lúcida contemplación, en aquel cosmos de infinita blancura donde el
tiempo se abre en espirales; nosfascinamos ante al eterno ciclo de la vida y
la muerte frente a los despojos de una golondrina.
La muerte de la golondrina 1988 |
Pero tras la belleza de
la obra sensible y poética de María Coira se encierra algo más, mucho más: Se
encierra un misterio profundo y compartido, universal. Sólo a la artista, oficiante
de alguna religión de divinidades sin nombre, le ha sido dado el manifestarlo,
obrando la materia para transmutarla en expresión de lo inmaterial.
La mirada de la artista llega
muy adentro, descorre los velos engañosos de las apariencias o nos los muestra evidentes;
después nos hace la ofrenda de su mirada y restaura la nuestra devolviéndola al
centro del misterio donde adivinamos también se encuentra el centro del saber. Ella
sabe.
Incluso cuando, como en
la series de “La doncella muerta” o en la instalación inspirada en el
feminicidio que hace un par de años se expuso en la Torre de la Algalia en
Santiago, el trabajo de María Coira parte de realidades históricas tan
concretas como las violaciones, los maltratos o los horrores de la guerra, no
se conforma con ofrecernos una pintura testimonial o moral. Nos sumerge
en espacios donde sentimos la desolación y el desgarro de las almas sufrientes.
Nos sitúa, como siempre, en lo más profundo.
Pero no intentemos
degradar a palabras aquello que sentimos en lo hondo. Sucumbamos sin más a la fascinación de estas obras. Abandonémonos
en las sensaciones y los sentimientos que nos trasmiten. Ante esto las palabras
estorban, no sirven. Quizá porque la única forma de decir lo que cada una de
estas piezas nos dice no es más que ésta: la que la artista ha encontrado para
todos nosotros.
La clarividencia
constante, la autenticidad y la fuerza del trabajo de esta artista no sería
posible de no haber seguido tenazmente su propio camino tanto en el arte como
en la vida.
Agustín Cerezales
escribió en 1991 un retrato de María Coira del que extraemos estas
palabras que expresan su actitud vital, inseparable de su actitud
artística:
María Coira es obstinada
casi fanáticamente humana. Acaso porque la soledad sólo se desnuda bajo una
mirada. Y para que esa mirada no se detenga, no se confunda, María Coira no
come cadáveres, no bebe licores. Se alimenta exclusivamente de poesía.
Todo lo demás, intenciones, símbolos, conjunciones, adhesiones, rechazos,
elecciones, deseos, propuestas, trampas, tratos, luchas, conjuros,
revelaciones, es ruido ajeno al mantel blanco de su mesa. Su mesa, donde sólo
cabe la realidad, una superficie y una profundidad orquestadas por un mismo
vértigo; donde peso e ingravidez dibujan en una fusión calcárea la grande,
inabarcable espiral invisible de la nada que yergue, apuntala, sostiene
finalmente y vivifica el tierno, enigmático fulgor del “algo”, de la anécdota,
de la “cosa en sí” : de todas y cada una de las santas, traidoras, íntimas
metonimias que nos arrojan, náufragos, al centro del ruedo.
Luís Vicente
Albor 2011 |
Cenizas y cruces 2013 |
Los autores de este blog
agradecen a María Coira la deferencia que ha tenido permitiendo publicar estas
fotografías de su obra.
Desde que ya hace un par de años visité la exposición de María Coira en La Algalia, busqué información sobre esta artista. Me extraño entonces que en los medios de comunicación,no apareciese ninguna crítica ni tan siqueira reseña.He visitado ahora la Web donde he podido ver otras obras de María Coira y donde he podido confirmar mi admiración a esta artista extraordinaria. Coincido en todo con Luís Vicente. Muchas gracias Luís. Muchas gracias Círculo de Artur. Muchas gracias, María Coira
ResponderEliminarHe visitado la Web de esta artita y coincido contigo Francisco. Nuestra prensa parece que se ocupa siemrpre de los mismos figurones. Es una pena que se de eco a verdaderas chorradas y se pase por alto esta obra genuína
ResponderEliminarCenizas y cruces...qué lindas pinturas!Me encantaron!! Y todo lo publicado sobre María Coira es precioso,justo,gran artista!Desde Montevideo,con GRAN ADMIRACIÓN,ANNA ECHENIQUE(Montevideo,Uruguay)
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